En el saludo, p. Leonir Chiarello, superior general de los Misioneros Scalabrinianos, expuso el objetivo del encuentro: redescubrir, confiando en el Espíritu, protagonista de toda la vida eclesial, al servicio de una fidelidad creativa, la riqueza de los rasgos de espiritualidad de Scalabrini mediante una relectura actualizada y a la luz de la proclamación de su santidad.
En cuanto a la estructura del Congreso, p. Graziano Battistella, scalabriniano, subrayó: “Partimos del hecho de que era necesario presentar la espiritualidad scalabriniana con especial atención a la dimensión intercultural. Esto implicó preguntarnos qué es la espiritualidad y en segundo lugar qué implica la dimensión intercultural. Pensamos que también era necesario otro paso. Si se llama espiritualidad scalabriniana, debe haber una referencia a Scalabrini. Y al mismo tiempo, nuestra espiritualidad no puede ser la de Scalabrini. Entonces, ¿cómo se pasa de la espiritualidad de Scalabrini a la espiritualidad de los scalabrinianos? Pensamos en mirar dos ejemplos: una espiritualidad muy afirmada, la de los jesuitas, y otra aún en construcción como la nuestra, la de los xaverianos. Sin embargo, la espiritualidad ya es vivida por quienes se encuentran en la misión con los migrantes, y por eso escuchamos los testimonios de los laicos, de las misioneras seculares, de las hermanas misioneras y de los padres misioneros. Hemos obtenido muchas intuiciones, muchos estímulos...”.
Planteando la pregunta: ¿Qué es la espiritualidad?, Cristina Simonelli, profesora de teología patrística en Verona y Milán, destacó la urgencia de aprender a reconocer, a todos y a todas las cosas, el espacio de existir, incluso en este nuestro tiempo marcado por la complejidad que requiere aprender a habitarla, a estar y co-estar incluso donde las preguntas permanecen abiertas, partiendo del exceso de la espiritualidad que desborda, sobrepasa la medida. Así se puede hacer de cualquier momento nuestro, la hora “décima”, las cuatro de la tarde, es decir, la hora del encuentro de Andrés y Juan con Jesús (cf. Jn 1,38-39), durante el cual Él los invita a seguirlo a la casa donde mora, llenando de sentido y plenitud su vida.[...]
Durante el Congreso, la Eucaristía, fermento que quiere estar presente en cada situación, nos reunió cada día en dejarnos transformar como un solo Cuerpo, en la gratitud por Su presencia, como fundamento de toda nuestra acción y eslabón de unión con todo el universo. El trabajo en grupo nos permitió compartir búsqueda, impresiones, preguntas, formular propuestas y conocernos más de cerca. Las vigilias temáticas sobre la acogida, el encuentro, la itinerancia y la universalidad, ricas en signos, fueron otra ocasión para experimentar la vivacidad del carisma scalabriniano.
¡El último día del Congreso recibimos el regalo de poder encontrar al Papa Francisco! ¡Sabemos cuánto le importa la realidad de los migrantes!
En su discurso nos recordó que “la tragedia de las migraciones forzadas causadas por guerras, hambrunas, pobreza y dificultades ambientales está hoy ante los ojos de todos. Y es precisamente aquí donde entra en juego vuestra espiritualidad: ¿cómo disponer el corazón hacia estos hermanos y hermanas? ¿Con el apoyo de qué camino espiritual? Scalabrini nos ayuda, precisamente mirando a los misioneros de los migrantes como cooperadores del Espíritu Santo para la unidad. La suya es una visión iluminada y original del fenómeno migratorio, visto como un llamado a crear comunión en la caridad. […] Y aquí hay un primer llamado para nosotros, a cultivar corazones ricos en catolicidad, es decir, deseosos de universalidad y de unidad, de encuentro y de comunión. Es la invitación a difundir una mentalidad de cercanía – “cercanía”, esta palabra-clave, es el estilo de Dios, que siempre se hace cercano – una espiritualidad, una mentalidad del cuidado y de la acogida […]. Y aquí está el segundo llamado que nos dirige el Santo Obispo de Piacenza, cuando insiste en la necesidad, para el misionero, de tener una relación de amor con Jesús, Hijo de Dios Encarnado, y de cultivarla especialmente a través de la Eucaristía, celebrada y adorada”.
Ahora para cada participante sigue el tiempo de la transferencia en las realidades en las que está presente, del compromiso, de la encarnación de las perspectivas vislumbradas: ser operadores de comunión entre las diversidades, vivir una acogida sin fronteras hacia el Otro y el otro para verter en la historia aquella humanidad que solo podemos obtener en la fuente de la espiritualidad.
Filomena
Lee todo el artículo en nuestra revista: SSE 2023 n.5
